domingo, 29 de septiembre de 2013

LA GRAN PARADOJA


  



    Según el diccionario la paradoja consiste en una idea extraña o irracional que se opone al sentido común o también una afirmación inverosímil que se presenta con pretensiones de verdadera.


    En los últimos días he pensado repetidamente sobre si lo ocurrido con el exdiputado en el parlamento de Galicia, JM Lage Tuñas, constituye o no una paradoja. Vaya por delante que todo mi conocimiento del caso proviene de la prensa escrita ya que no tengo relación con Lage -más allá de protocolarios saludos en un curso sobre socialdemocracia al que ambos asistimos el pasado invierno- ni he tenido ocasión de hablar con ningún militante socialista gallego que pudiese darme una información más cercana a lo que está ocurriendo.

    Los antecedentes conocidos son que el exdiputado, una vez abandonado su puesto electo, fundó una empresa de asesoramiento a través de la cual oferta servicios a instituciones varias. Así la Diputación de Ourense -históricamente en manos del PP, partido rival del PSOE en que milita Lage - le ha contratado para asesorar sobre transparencia.

    Y ahí es donde se ha liado. Unos rechazan que trabaje para su antiguo rival (el actual presidente de la Diputación fue diputado al mismo tiempo que Lage en el parlamento gallego y famosos son sus enfrentamientos dialécticos), otros que asesore en transparencia, los de más allá que su contrato se haya celebrado sin transparencia aunque esté dentro del rango de contratos que la ley permite celebrar sin publicidad. Incluso hay quien dice que un exdiputado no puede dedicarse a trabajar para empresas, no he leído si públicas o privadas. Por último, los socialistas de Ourense han manifestado que solicitarán al nuevo secretario general que se elige hoy la expulsión de Lage Tuñas.

    Tras un tiempo de estupefacción enseguida pensé que todo podía enmarcarse dentro de una gran paradoja, definida por la idea extraña e irracional de que una persona que dedicó unos años al ejercicio de un cargo público representativo para el cual fue elegido por la ciudadanía no puede, al abandonar el mismo, dedicarse al ejercicio privado de su profesión y, en este caso, asesorar a unos u otros, tanto en el ámbito público como privado. Idea que se opone frontalmente al sentido común.

    Se entiende que lo que el empleador paga mediante su contrato es su saber y experiencia profesional, no su experiencia en transparencia ejercida en el cargo político anterior puesto que, si ese fuera el caso, contratante y contratado tendrían la misma experiencia. Item más, no creo que la transparencia ejercida en la actuación del partido al que pertenece Lage Tuñas sea tan loable como para que puedan rifarse a sus exdiputados en el mercado laboral; lo mismo cabe decir del partido que gobierna la institución contratante. Y si el contrato se celebra según las estipulaciones legales nada hay que objetar.

    A mi juicio hay tres cuestiones que analizar: la primera es establecer a qué profesiones puede dedicarse un exdiputado y con quién puede contratar; la segunda es si los partidos políticos, entre cuyas funciones está proponer nuevas leyes, deben castigar actos jurídicos basados en la legislación vigente; la tercera es regular estrictamente quién está legitimado para pedir la expulsión de un militante y las causas.

    Se me dirá que las tres están ya reguladas -y yo acepto que así es- pero la ocurrencia de estos hechos demuestra que no debe de ser suficiente y se necesita más claridad y/o exhaustividad. Pero entonces, si están reguladas, si los actos criticados se ajustan a derecho, si no existe falta a los estatutos del partido…¿porqué esta persecución al Sr. Lage Tuñas? No cabe otra que pensar en un caso de presión o acoso por parte de algunos. Quizás esté relacionado con alguna de sus actuaciones, con ideas manifestadas sobre modernización del partido, con los apoyos que ha dado en según qué ocasiones y a según que grupos, etc, etc.

    Es decir: una actuación expiatoria mediante la que se pretende cobrar un precio por la libertad de opinión y actuación mostrada por el ahora denostado. Y aquí está, precisamente, el peligro. Que no es -como pueda pensarse a primera vista- solo lo que ocurra con Lage Tuñas sino la cuña de mediocridad que se introduce en la organización -en este caso el PSOE o el PSdG-PSOE- al saber que, al abandonar un puesto representativo- no es posible dedicarse a casi nada salvo que tengas un puesto de funcionario en propiedad al que puedas regresar. El ejercicio privado de uan profesión llevará siempre a contratar con personas u organizaciones que le pueden caer bien o mal a tu partido. Si le caen bien, serás objeto de sospechas de amiguismo o clientelismo y si le caen mal..ya se está viendo.

    Lo siento pero no deja de sorprenderme porque es conocido que hay una pléyade de gabinetes dedicados a la consultoría política que son dirigidos por personas de una u otra ideología, que contratan con uno u otro partido, que llevan al triunfo a un partido y pocos años después son contratados por el partido contrario sin que nadie se rasgue las vestiduras. El partido de Lage Tuñas ha contratado a alguno de estos gabinetes sin que nada haya ocurrido. También ha dado entrevistas o elaboración de libros a medios o periodistas no afines y tampoco pasó nada. Es más, fue visto como un ejercicio intachable de democracia.

    Todo ello me llevó a pensar a que hay alguna cosa oculta que no acabo de ver y me trajo a la mente la figura de una paradoja. La eterna paradoja de la izquierda moderna que, por una parte, parece exigir a sus candidatos una forma de vida externa a la política para evitar eternas permanencias en los puestos y, por otra, le cierra puertas a los mejores candidatos al evidenciar los perjuicios que para su ejercicio profesional posterior tiene haber ejercido un cargo representativo.

    Justo lo contrario de lo que necesitamos para avanzar hacia una organización moderna y para conseguir que los mejores figuren en las listas
 

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