LA EUROPA QUE YO QUIERO
Nos encontramos a las puertas de unas
elecciones europeas que tendrán lugar esta misma semana. Los líderes de los
distintos partidos políticos que concurren a ellas repiten machaconamente que éstas
son las más importantes o de las más importantes de cuantas hasta ahora se han celebrado.
Ignoro el motivo de tan explicita afirmación
aunque me inclino a pensar que tiene que ver con la alta abstención que se
espera y con la desafección de los ciudadanos con la política, aquí y en el
resto del continente. Y, en especial, con la desafección para con la política
europea, con Bruselas para entendernos.
Realmente, no sé si será verdad la
afirmación contenida en la frase citada. Si lo fuera habría que concluir que
las elecciones celebradas con anterioridad a cada uno de los pasos de gigante
que la UE ha ido dando no fueron importantes, a pesar de ser seguidas de
innegables avances. Como ejemplo se puede citar: la ciudadanía europea, la
instauración del euro, la elaboración de una Constitución para Europa (el
megaproyecto fallido), la incorporación de los llamados Países del Este, etc.
¿Fueron o no fueron importantes las elecciones que les precedieron?
Ahora, precisamente, que la UE se encuentra
en sus momentos más bajos de popularidad –y no sin motivos como parece obvio-
es cuando nuestros representantes llaman a rebato, alarmados, como si después
del 25 fuese la catástrofe.
Yo, sin embargo, creo que la catástrofe europea viene gestándose hace
tiempo y desarrollándose, incluso, al mismo tiempo que se producían ciertos
avances. Y, a mi juicio, está directamente relacionada con el liderazgo y la
visión de quienes hoy dirigen la UE y con las expectativas de quienes son sus
ciudadanos. La separación es enorme, quizás irremediable.
En el momento de su nacimiento, los líderes
o padres fundadores de Europa, que fueron capaces de idearla, definirla,
construirla, supieron ver las necesidades concretas de la población en un
período futuro amplio además de sentar como pilar fundamental del proyecto que,
lo ocurrido hasta ese momento –luchas fratricidas durante cientos de años y dos
guerras mundiales-, no podría volver a repetirse.
Hoy ni tan siquiera parece estar claro cual
es el proyecto europeo para un período inmediato, pongamos los próximos 25 años.
Desgraciadamente, tampoco está claro qué sería lo que no podría volver a
repetirse. Asusta intuir que, tal como vamos, sí que podrían repetirse los
hechos del pasado que intentó conjurar la UE. Hay demasiadas fallas, se
defienden por encima de todo los intereses concretos de un país o de un sector
económico, no existe un trabajo proactivo en pos del futuro común ni una
construcción del relato (las emociones) que nos ha llevado a estar juntos y que
nos mantendría así.
Concretamente, hay algunos ámbitos de
competencias en los que es paradigmatica la ausencia de brújula; los citaré a
continuación:
-
Uno de los que
fueron calificados como el orgullo de la
UE , la Política Exterior, que -en algún momento- insistía en definir a la UE como una potencia
mundial, en materia económica, de influencia en el mundo, de respeto a los
DDHH...una isla de paz y progreso. Es imperativo reflexionar qué queda de esto
o si nos hemos pensado por encima de nuestras capacidades.
-
No existe el
respeto debido a los DDHH a pesar de que todos los países de la UE son
firmantes de los tratados de la ONU al respecto. Puede analizarse el caso de la
política migratoria y los cientos de seres humanos muertos a nuestras puertas
sin que se mueva nada en las Instituciones Europeas. También cabe en el
análisis el caso paradigmatico de países hasta ayer ejemplo de respeto a los
derechos humanos que hoy impiden a escolares extranjeros y de etnia romaní
permanezcan en su territorio para ir a la escuela.
-
Igualdad entre
hombres y mujeres: en este campo son precisas Directivas y Reglamentos sobre la
Violencia de Género y la Violencia Sexual ejercida contra mujeres y niñas, el
acceso a la Educación en condiciones de igualdad, la enseñanza de la igualdad y
no violencia durante todo el período educativo, la igualdad salarial resumida
en a igual trabajo igual salario.
-
la economía
mal entendida –la que no trabaja en pos de la mejora de la vida en condiciones
de dignidad de los seres humanos sino de la mera acumulación de riqueza en manos
de muy pocos- lo domina todo. No hay una
Política Económica común que permita transitar sin demasiadas heridas por los
sobresaltos presentes y futuros. No existe control sobre los grandes poderes
financieros que no son democráticos y no representan a la ciudadanía ni
trabajan en pos de sus intereses ni tampoco de los de los países miembros. Se
necesita una política impositiva armonizada, por ejemplo un IVA común para
productos culturales y sanitarios e higiénicos de primera necesidad; también luchar
coordinadamente contra el fraude fiscal y eliminación de los paraísos fiscales
en el territorio UE.
-
Se aniquila el
derecho de libre circulación y establecimiento que hasta ahora eran una clara
seña de identidad y muestra de la libertad que Europa proporciona y de sus
derechos de ciudadanía (véase al respecto la prohibición de estar más de 3
meses en un país sino se tiene trabajo).
-
Se coartan
derechos fundamentales como el sacrosanto derecho a la educación y el derecho a
la atención sanitaria. Se da el caso de expulsiones de ciudadanos de otros países
(del extranjero y de la Unión) a pesar de que sus niños están asistiendo a la
escuela y de que se conoce que, en los países de nuevo destino, no es seguro
que puedan hacerlo. Asimismo, en algunos países es ya imposible el acceso a
medicinas y vacunas para aquellos que no tienen medios para pagarlo; en otros
se camina rápido hacia esa situación.
-
Es necesario un tratamiento de las políticas
de empleo y prestaciones de desempleo al menos coordinado.
-
Igualdad de derechos
y no discriminación de otros colectivos como los Homosexuales y Transexuales en
todos los países de la UE.
-
Consideración
real de los seres humanos como iguales en cuanto a derechos y obligaciones sin
diferenciar si son europeos o extranjeros.
-
Falta una
norma jurídica superior –una Constitución para Europa- que establezca reglas,
derechos y responsabilidades de todos
los ciudadanos, instituciones, representantes electos, países miembros de la UE
que, además, pueda servir de marco y guía para la elaboración de políticas
comunes ya imprescindibles como las citadas anteriormente.
Una UE
que dé solución a los puntos expresados en este Decálogo es la Europa que yo
quiero.