martes, 17 de febrero de 2015

TABLERO

   Vaya día el 11 de febrero de 2015! No recuerdo un día tan desconcertante y confuso. Donde emociones opuestas se encontraban presentes al mismo tiempo. Alegría por el golpe de mano que descabalgaba a la dirección del psm y temor por sus consecuencias y por las causas inmediatas que provocaron la decisión e indicaron cual era el momento oportuno.

   ¡Vuelve el tablero!. El de ajedrez, digo; no el de otro juego más intuitivo o más simple. No. El tablero que vuelve es el de los estrategas que trazan jugadas a largo plazo, capaces de descabalgar a figuras todopoderosas y fijar un nuevo campo de juego. Lo del partido socialista de Madrid es, salvando todas las distancias, algo parecido. No  parece un simple órdago sino una jugada con toda la enjundia dirigida a cambiar el tablero político en la región y aún más lejos. El tiempo dirá si así ha sido, como siempre. En todo caso a mí me gustaría que se tratara de esa gran jugada de ajedrez que tanto necesita el  socialismo madrileño.

   Analizando lo ocurrido lo primero que alguien se pregunta es  ¿Qué pasa en Madrid?
No hay una sola respuesta sino muchas, entre ellas :

 La organización vive en una pura contradicción, sus dirigentes hacen tan solo lo que conviene a su estatus político y personal (ambos muy imbricados), lo que es conocido como mantenerse en el puesto lo cual lleva al PSM a la irrelevancia .

  Esa irrelevancia propicia la desaparición del partido –tanto de la agenda política como en la pérdida de militantes- mientras nuevos partidos de todos los espectros pugnan por llevarse el cacho de espacio cedido por el socialismo.

   Se prometen cosas que gustan a bases y votantes –un tipo de populismo- y luego hacen justo las contrarias, véase primarias abiertas vs primarias cerradas y desvirtuadas de octubre pasado.

   Se ha hecho de la organización un instrumento desde el que otorgar favores en lugar de un referente ideológico y lugar desde el que hacerse cargo de las cuitas de los ciudadanos.

   Se hurta la posibilidad de una mayor participación política de militantes y ciudadanos pues sin crítica no hay pensamiento ni debate, por tanto no hay participación sino clonación.

   Se lamina a críticos y díscolos. En esto los ejemplos son innumerables desde hace años.

   Se utilizan procedimientos orgánicos para someter agrupaciones críticas con la gestión de la ejecutiva. Pero si estos procedimientos, hasta ahora tan válidos, se les aplican a la citada ejecutiva –como ahora ocurre- entonces carecen de legitimidad, son ilegales, etc, etc.

   Se confunden las responsabilidades políticas con las judiciales, obviando que alguien puede ser perfectamente inocente -incluso no ser nunca imputado- pero en situaciones como la actual su  presencia como candidato resulta contraproducente para lograr el objetivo pretendido.

   Y el colofón es la presencia continua en los medios de comunicación debido a investigaciones policiales y judiciales lo que genera un descrédito de tamaño monumental al coincidir con época electoral. Este descrédito lleva aparejada la falta de confianza en la opción política socialista y la desafección del votante y simpatizante.

   Es aquí donde a mi juicio cabe enmarcar la decisión de la Comisión Ejecutiva Federal: en las responsabilidades políticas y en el descrédito para el partido socialista. En Madrid, nadie con criterio se siente motivado para votar al PSM de Gómez. No genera Confianza, pues los tres elementos de esta virtud no forman parte –en este momento- del haber de Gómez. Esto quiere decir que no puede aportar garantías de ser sincero, ni competente ni tiene credibilidad, ya que el votante se pregunta ¿y si luego resulta imputado? ¿Resultaría que no había dicho verdad?, ¿Qué no gestionó como es debido?. Todas estas dudas machacan la mente del ciudadano mientras duren las investigaciones relativas a sus tiempos de alcalde y la prensa publique noticias de las mismas.

   Más la falta de estas tres cosas no es atribuible a Ferraz ni a Sánchez ni a nadie más que a Gómez y su ejecutiva. Nadie le impuso –y menos Sánchez- las decisiones que han contribuido a generar su escaso atractivo electoral y su descrédito entre votantes y militantes. Un ejemplo es el de gastar un dineral en un cartel con la leyenda Invictus que, cuando menos,  indicaba que era imprudente, arrogante y derrochador, tres cosas que el público no perdona. Nadie decidió por él –a modo de tic-tac, tic-tac-  el eslogan cada día un paso menos hasta la Puerta del Sol. Tampoco nadie le indicó hacerse valedor de las primarias abiertas a la ciudadanía con tal de ser visto como opositor interno a Rubalcaba para luego decir que donde dije abiertas digo cerradas…tan cerradas que los otros candidatos ni posibilidad tuvieron de entrar en liza. Ni hubo nadie que le impusiera esa manera tan suya de evitar la más mínima crítica asegurándose de eliminar a todo el que la pronuncie. Y cosa suya es el no realizar jamás análisis de lo que ha ido mal –y oportunidades ha tenido de sobra- como si el PSM fuera una organización al margen de todas las demás, tan al margen que lo que la ciencia social indica para todas no resulta aplicable a esta. Del mismo modo que la presencia en los medios debido a las investigaciones no es imputable más que a decisiones tomadas en el gobierno municipal mientras él era alcalde aunque no estuviese presente en la firma de los acuerdos.

   Siendo todo esto remarcable no es de menor importancia otra característica definitoria de su personalidad y su forma de hacer. El victimismo o, en otras palabras, ir de víctima. Siempre huye hacia adelante, la culpa es del resto de actores, de todos, cuantos más mejor. Él, sus decisiones, sus equipos, nunca han tenido culpa de nada, sean unos malos resultados, sea constituir gestoras en agrupaciones, sea llevar a la organización a la máxima irrelevancia (siendo el máximo responsable de lograr justo lo contrario), sea impedir la discrepancia, etc…siempre la culpa es de otros.

   Ahora tiene de nuevo una ocasión perfecta, y no ha perdido tiempo de usarla, de definirse como víctima. Un papel que es fácil explotar bien en los medios, incluso ante la ciudadanía. Pero en esta momento hay un elemento diferenciador que no ha tenido en cuenta: el victimismo te puede ayudar a llegar pero nunca te ayuda a mantenerte.


   Por tanto, lo que hasta ahora ha jugado a su favor para llegar a la máxima responsabilidad en la organización ya no le ha ayudado a mantenerse.