Me duele Venezuela...o ¿cómo es posible que no nos preocupe Venezuela?
Cuando
hace un año comencé este blog a punto estuve de dedicar mi primer
post a Venezuela que en aquel momento atravesaba por una situación
delicada, como tantas otras veces. Tenía razones, algunas evidentes, como es fácil deducir al leer el título , CeibaySamán.
Está
claro que me une una estrecha vinculación sentimental y cultural
con ese país –mi edén perdido como suelo decir- en el que
nací y del cual fui nacional durante muchos años. Si finalmente no
lo hice fue porque justo en ese momento ocurrieron otros hechos,
también importantes para mí, y porque como suele decirse tiempo
habría.
La
ocasión ha cristalizado en los sucesos ocurridos en estos últimos
días de manifestaciones masivas, muertos, violencia, etc. Escribo
ahora embargada por un profundo dolor del que no consigo librarme,
incrementado cada día por las noticias de prensa –de todo tipo de
línea editorial- cuyos contenidos son tan dispares y contienen,
incluso, imágenes tramposas que causan asombro intelectual.
Se
cuentan muchas mentiras, de ambos lados, culpando de todo al otro y,
mientras, los ciudadanos de Venezuela están completamente
indefensos. Son la pelota de tenis que es golpeada de forma
inmisericorde hasta que uno de los dos jugadores gane el set.
Sin
embargo, hay verdades en las que sería preciso detenerse. Aquí solo
unas cuantas:
Es
uno de los países más ricos del mundo. Y si no es el más bello
estaría entre los primeros. Su belleza y sus recursos naturales son
tan extraordinarios que es difícil imaginarlos si uno no la ha
visitado o no ha tenido ocasión de informarse al respecto.
No
es de ahora que Venezuela es uno de los países más violentos del
mundo, la criminalidad es elevadísima, y viene siendo así desde
fines de los 50 y principios de los 60. Casi cada semana un español
es asesinado allí sin que los grandes medios de comunicación lo
reflejen aquí, salvo algún medio regional en el lugar del que fuera
oriundo (generalmente en La Voz de Galicia)
La
Universidad Central de Venezuela –que es patrimonio de la humanidad
por la Unesco- es desde su creación un excelente centro de enseñanza
superior donde se han formado y han accedido a la actividad política
generaciones enteras de venezolanos.
Allí
viven un elevadísimo número de ciudadanos españoles de origen y
sus descendientes también españoles. Estos últimos, jóvenes en su
mayoría, tienen la mala
costumbre
de manifestarse en la calle y a veces sufrir tortura o muerte,
cuestión que tampoco reflejan estos grandes medios, si acaso una
pequeña mención en los regionales, dependiendo del origen
territorial de su familia.
Ha
sido, durante la dictadura franquista, un país de asilo para muchos
españoles que contribuyeron de forma decidida a la formación de
varias generaciones de venezolanos; insignes poetas españoles
emigraron allá y obras famosas fueron gestadas bajo el sol del
trópico (Celso Emilio Ferreiro y su Viaxe ao país dos ananos).
Las
instituciones de esta emigración española fueron durante décadas
una formidable plataforma de difusión de nuestra cultura,
solidaridad y de la marca España como ahora decimos (Centro gallego de Caracas)
Hoy
residen en Venezuela más de 180.000 españoles ocupando este país
el tercer lugar entre los países del mundo con más españoles, tan
solo detrás de Argentina y Francia.
Y,
a pesar de todo esto, resulta un país casi completamente desconocido
aquí, en España, donde estamos al tanto de las cuestiones políticas
de Argentina, Chile, Méjico, Cuba, Brasil, Perú, Colombia, etc, desde
hace décadas mientras ignoramos casi todo sobre Venezuela. Y nadie
parece preguntarse por la razón de este hecho que para mí es debido
a que, mientras los países citados pasaban por vaivenes políticos
derivados de las dictaduras que sufrían, Venezuela disfrutaba ya de
una tranquilidad institucional que permitió su desarrollo económico
y democrático. Depuesto el dictador Pérez Jiménez en 1958 el país
entró en una fase de desarrollo que le valió el sobrenombre de la
Suiza de América Latina. Esto le apartó del foco internacional y
dejó de ser generador de preocupación para España; su interés
radicaba en que en él no pasaba nada. Nada grave, al menos.
Desde
entonces hasta acá, no todo ha sido bueno. Ni perfecto. La actividad
política, como cualquier otra actividad humana, es susceptible de
mejora. No trato de defender aquí las bondades de uno u otro régimen
puesto que cuestiones negativas tan importantes como la corrupción y
la violencia –al menos esas dos- se han dado tanto con los
gobiernos anteriores a Chávez como con los llamados revolucionarios
bolivarianos. También
hubo aciertos y logros con gobiernos de ambos bloques y que no pueden
negarse.
Pero
hoy asistimos a una polarización de la prensa y de los partidos
políticos –los de aquí- en el asunto Venezuela que da que
pensar. La derecha está sistemáticamente en contra de todo lo que
provenga de la Venezuela bolivariana como si viniese del mismísimo
demonio. Por su parte la izquierda -¿exquisita?- insiste en
denominar fascistas a los partidos agrupados en la coalición
opositora como si todos ellos fuesen iguales (entre ellos está el
partido socialdemócrata, el partido socialista, etc). Uno de sus
líderes, Capriles, fue envuelto en basura por parte de todos;
mientras los bolivarianos se mofaban de su supuesta condición de
homosexual y judío, las izquierdas europeas y latinoamericanas le
integraban en ideologías ultras que nunca demostró compartir, al menos
hasta ahora.
Cualquiera
que se atreva a mencionar siquiera alguna cuestión negativa sobre el
chavismo es víctima de invectivas desagradables –imperialista,
yanqui…-- por lo que no resulta fácil preguntar, en voz alta, si
es lícito que lo que no queremos para nosotros –España, Europa-
lo aceptemos allí; y si, en caso de hacerlo ¿no sería esto paternalismo
colonial?.
Algunos
ejemplos: si no se puede disparar contra manifestaciones, no se puede
aquí allí o en cualquier lugar; si los DDHHSexuales son DDHH lo son
aquí, allí o en cualquier lugar; si la discriminación por razones
étnico-religiosas es ilegal o perseguible debe serlo en todas
partes. Lo mismo cabe decir con otros DDHH básicos como son el de
expresión, manifestación, la prohibición de tortura, derecho a la
vida, derecho a una vida digna, etc. ¿Aceptaríamos aquí que para acallar
a la prensa crítica se suprimiese el papel prensa?, ¿que para evitar que
ciudadanos de barrios no
afines al gobierno acudan a las
grandes manifestaciones se dejen sus barrios sin gasolina evitando
así su desplazamiento?.
Volviendo
al principio y hablando de la actuación de la prensa aquí vemos
que, tan solo en la última semana, hemos tenido ejemplos horribles.
En algunos medios se publican imágenes de represión que no pertenecen a
Venezuela ni a estos sucesos (como denuncia El Diario 17-2); en
otros se silencia denuncia de una madre en Valencia cuyo hijo
–ciudadano español- fue violado y torturado por la policía
(transmitida vía TW); la palabra de los españoles afectados se
esconde en la sección Cartas al Director (El País, 23-2); la queja
de una madre que sobre la muerte de su hijo (Jimmy Vargas) en una
manifestación en Táchira solo la publica un medio extranjero (CNN 24-2).
Los datos serían innumerables, no es preciso seguir.
En
todo este tiempo solo he visto en la prensa de gran difusión –aparte
de artículos de analistas políticos- dos artículos escritos por
personas no entendidas
en política internacional; uno Venezuela
huérfana (El País 21-2)
y la columna Sin paraísos
(El País 25-2) en los
que claman por la defensa de la ciudadanía y de los derechos de todo
tipo de la juventud venezolana; derechos que los jóvenes
reclaman en cualquier parte y tiempo, aquí y en todo el mundo, como recientemente ha ocurrido con primaveras,
acampadas, ocuppies, etc.
¿Deberían
los venezolanos y sus jóvenes ser menos?
¿en
nombre de qué?
¿a
favor de quién?
Y,
lo más importante, ¿ayudaría eso a construir un mejor futuro para
el país?
Os
dejo un poema del poeta gallego Celso Emilio Ferreiro -EL ATRACO- que
escribió en Venezuela, país a donde emigró y donde permaneció
desde 1966 hasta 1973; un país al que estuvo muy vinculado y del
cual obtuvo la ciudadanía. Habla de armas y violencia, ¿podría
entenderse que es aplicable aún en la actualidad?.
EL ATRACO
No es cierto
que el hombre
desciende del gorila.
Pero hay muchos gorilas
que descienden del hombre.
Manos arriba y boca abajo el pueblo.
Venimos a instalar el silencio,
cero preguntas. cero movimientos,
porque esto es un atraco. estáis viendo
las pistolas de gatillos propensos
a darle gusto al dedo.
Al menor gesto
todos interfectos
sin distinción de sexos.
Porque este es el remedio
infalible y concreto
para imponer la ley del retroceso.
el principio del palo y tente tieso,
el salario del miedo.
el debido respeto
a las armas y a sus eventos.
desciende del gorila.
Pero hay muchos gorilas
que descienden del hombre.
Manos arriba y boca abajo el pueblo.
Venimos a instalar el silencio,
cero preguntas. cero movimientos,
porque esto es un atraco. estáis viendo
las pistolas de gatillos propensos
a darle gusto al dedo.
Al menor gesto
todos interfectos
sin distinción de sexos.
Porque este es el remedio
infalible y concreto
para imponer la ley del retroceso.
el principio del palo y tente tieso,
el salario del miedo.
el debido respeto
a las armas y a sus eventos.
Manos
arriba y boca abajo el pueblo,
no perdamos más tiempo.
Controlaremos
las mariposas y el viento.
las cópulas, los rezos.
la luz y el alimento.
no perdamos más tiempo.
Controlaremos
las mariposas y el viento.
las cópulas, los rezos.
la luz y el alimento.
Degollaremos
el pensamiento.
Injertaremos
la rosa reticente de los sueños,
con apodos abyectos
y serán nuestros,
vuestros esqueletos.
el pensamiento.
Injertaremos
la rosa reticente de los sueños,
con apodos abyectos
y serán nuestros,
vuestros esqueletos.
Tan sólo
os dejaremos
los ojos, para que lloréis por ellos.
los ojos, para que lloréis por ellos.