lunes, 17 de noviembre de 2014

¿SÍNTOMA O ENFERMEDAD EN EL PSM?


    
Donde  el deseo viaja en ascensores
Un agujero queda para mí
Que me dejo la vida en sus rincones
Pongamos que hablo de Madrid

Cuando la muerte venga a visitarme
Que me lleven al sur donde nací
Aquí no queda sitio para nadie
Pongamos que hablo de Madrid

   Estos dos versos de la canción compuesta por Joaquín Sabina, titulada Pongamos que hablo de Madrid, bien pueden servir para contextualizar los últimos acontecimientos políticos ocurridos en el PSM y su impacto en los votantes, simpatizantes y ciudadanía.

   Comencé a escribir este pequeño texto hace un tiempo, recién finalizado el proceso de elección del candidato a las elecciones autonómicas de la CAM. Lo dejé, incapaz de escribir palabras que no fueran amargas. Hoy, muchos días después, la frustración y amargura continúan. Los acontecimientos se han ido precipitando ¡ y de qué manera! haciendo que una sensación de desvalimiento se haya instalado definitivamente. Y temo no ser la única!

   La celebración de las primarias cerradas, ha demostrado ser el síntoma de algo mucho más profundo existente en la organización. Una serie de despropósitos a los que hay que poner coto, cerrar y actuar para que se reproduzcan en el futuro. Además, se ha revelado como un buen catalizador de estados de ánimo de simpatizantes y ciudadanos. Que también se sienten desvalidos.

   Una vez instalado el catalizador la ristra de acontecimientos adversos ha continuado. El asunto de las tarjetas black de Caja Madrid donde tantos miembros del PSM y sindicatos estaban implicados. Algunos de ellos se permitían -en las reuniones del Comité Regional del PSM- aleccionar sobre cómo y cuánto ser socialista. A uno de ellos le recuerdo repitiendo desde el estrado que el partido para él era lo primero, que como militantes nos debíamos a lo que dijera el partido, que no podía llevarse la contraria ni criticarse lo que de él emanase. Todo un juego win-win con el que este sujeto mataba dos pájaros de un tiro: el partido le proporcionaba la regalía de Caja Madrid con sus tarjetas black y exigiendo tal actitud a sus compañeros, evitaba que se hurgase en lo que, realmente, ocurría.

   Lo de Caja Madrid viene de lejos. Ya en tiempos de Rubalcaba se pidió por parte de muchos militantes la apertura de una comisión de investigación en el Congreso sobre el asunto de las preferentes sin que se lograse acuerdo entre las fuerzas políticas. Uno de los problemas, y no menor, era que en Caja Madrid pasaba lo que pasaba y se sabía, pero no convenía que se descubriese. Porque el partido tenía a sus representantes allí, gentes muy afines a quienes detentaban del poder. Silencio total. Por eso ahora indigna tanto que los representantes del partido al que nos debemos y al que no conviene criticar gastasen dinero de los impositores, a manos llenas y sin ningún tipo de control mientras los ciudadanos pasan hambre y estrecheces.

   El asunto de la corrupción política con la detención de alcaldes y funcionarios que también ha salpicado al partido -a través del alcalde de Parla- ha sido la gota que colmó el vaso de la paciencia de la militancia. Por muchas razones. Por tratarse, según la policía, de una red dedicada a robar dinero de los propios ayuntamientos de forma directa (sin mordida), porque ocurre en una ciudad en la que muchos de los servicios han sido externalizados (eufemismo que encubre la privatización) con un alcalde socialista, porque hace años que el Tribunal de Cuentas no aprueba la cuenta de ese ayuntamiento (mala señal), porque en ella ejerció como alcalde el actual líder del partido en Madrid, porque fue él quien designó como sucesor al alcalde ahora imputado, porque siempre trató de asegurarse que nadie supiese lo suficiente como para poder cuestionar lo realizado, porque se apartó y acosó a una concejal que se atrevió a votar en contra del despido de trabajadores (en cumplimiento de la ley vigente) que luego fueron repuestos en sus puestos por sentencia de los tribunales de Justicia, etc, etc.

   Llegamos así a los acontecimientos del viernes pasado día 14 cuando se intentaron todas las artimañas y se presionó en todas las formas posibles a la concejala mencionada –Beatriz Arceredillo, hoy Alcaldesa de Parla- para que renunciase a su derecho a presentarse bajo amenaza de expulsión del PSOE. No se hablaba de los cargos contra ella, ni de qué artículos de la norma había infringido, ni del preceptivo expediente, ni de su derecho de defensa, etc. Ni, como seguro que estareis pensando, le fue comunicada semejante barbaridad en tiempo y forma legal. Claro, solo se pretendía quebrar su ánimo. Que se derrumbase. Tal cual señalan los manuales de Mobbing.

   Y, a pesar de tanta indignidad y oprobio, aquí nadie se ha movido. La práctica totalidad de la militancia y cargos continúan con la defensa numantina del  líder sin darse cuenta - ¿o sí?- de que los tiempos exigen transparencia, decencia y ejercicio de la responsabilidad. Aunque lo peor es que parecen no darse cuenta del daño que están haciendo con tales actitudes a la institución PSM, al PSOE y, sobretodo, a la ciudadanía. O ¿no es cierto que todos ellos repiten como un mantra que la ciudadanía necesita al PSOE? ¿Como explicar entonces el porqué hacen justo aquello que los aparta de ella?

   Y eso es lo que se echa en falta. No se ve que el partido sea lo primero –como decía aquel de la tarjeta Black- no parece que se entienda hasta que punto estos hechos son perjudiciales para nuestros objetivos, para el éxito electoral, para gobernar. El ejercicio de la responsabilidad, con la que amedrentan al militante, rara vez existe en los líderes de cualquier nivel. Con honrosas excepciones como han sido las de Josep Borrell y Constantino Méndez.

   No puedo predecir el futuro y no sé si habrá más imputados, en el caso Púnica o en otros, pero entiendo que, en el PSM han de exigirse responsabilidades. La organización, sus militantes, la gente que nos sigue, los ciudadanos que nos observan necesitan ver que se han cometido errores y se asumen las consecuencias por ellos. Como en cualquier otra empresa.

   Decir que ha habido un exceso de arrogancia -con ser verdad- es no decir nada!

   Conviene no olvidar que esta arrogancia –o el exceso de ella- lleva existiendo muchos años y nos ha traído hasta aquí. Es el polvo que ha precipitado este lodo.

   Como bien dijo hace años un excelente ex-militante "El PSM no tiene suelo electoral en Madrid". Y fue expulsado por ello. Por tener Visión y ejercer un derecho fundamental, el de expresión