La
muerte de Elena Arnedo Soriano, hace ya unos días, nos dejó
impactados a todos los que la conocíamos y habíamos compartido con
ella un trecho de las actividades a las que entregó su vida. En mi
caso la actividad pública, la política.
Cuando
toca escribir tras el fallecimiento de alguien querido frecuentemente
nos atormenta el pensamiento de no saber por donde comenzar. Resulta
más fácil quedarse en la expresión de los sentimientos personales
pero eso habla de uno y no refleja a la persona a quien se pretende
honrar. Entiendo que es más honesto referirse a las características
de Elena que han hecho de ella una mujer grande, una figura muy
relevante para la izquierda, el feminismo y las mujeres de este país.
Si
es verdad aquello que decía mi abuela “cada uno va en la dirección
que camina” a nadie puede sorprender que su muerte haya cogido a la
mayoría por sorpresa. Para entender esto hay que tomar en cuenta una
de las cualidades más destacadas de Elena: la discreción. Siempre
fue una persona discreta que no solía referir cuestiones o problemas
personales. Nunca estuvo se expuso, a pesar de que algunas
circunstancias de su vida lo propiciaron, a la curiosidad pública ni
a los medios rosas, ella nunca se apartó de su dedicación
profesional a la ginecología y más tarde a la política.
Pero
no solo fue una persona discreta sino muy tenaz y decidida, alguien
que no se arredaba ante nada y que con gesto firme, voz suave y una
sonrisa era capaz de poner en palabras la fuerza de un trueno. Así
lo puede constatar muchas veces en sus intervenciones públicas tanto
en el ámbito político como en los foros en los que participaba.
Fue
también una mujer moderna,
una
avanzada en sus tiempos, que se propuso junto a un grupo de amigas y
correligionarias dar una vuelta a la situación de la mujer en
España. Eran los años predemocráticos y de la transición y en
aquella efervescencia sacó adelante, junto a otras personas, los
primeros centros de Planificación Familiar que hubo en nuestro país.
Estos fueron imprescindibles para la libertad de las mujeres, para
una nueva vivencia de la sexualidad y, todavía hoy, no se ha
implementado una medida de salud sexual tan relevante y sustantiva
como fue aquella. Para las que éramos jóvenes entonces la doctora
Arnedo se convirtió en un mito.
Otra
característica suya fue el compromiso. Compromiso con todo aquello
que para ella fue importante. No solo fue comprometida en el ámbito
político sino con familia, amigos, valores y actividades valiosas
para la sociedad que ella defendió con dedicación hasta el último
momento. Baste recordar que fue una de las hacedoras de la Ley de
salud sexual e interrupción voluntaria del embarazo promulgada
durante el mandato del presidente Zapatero. Pude constatar como
participó en la difusión de la misma, explicando, argumentando,
comparando con otras leyes similares en otros países, de forma
incansable, hasta el punto que se convirtió en el referente de dicha
ley.
Además
de lo anterior, fue una intelectual, e intelectual feminista. Dedicó
gran parte de su tiempo a pensar y a escribir sobre cuestiones de
salud de las mujeres pero poniendo siempre el enfoque en cómo los
poderes -el sistema- y la industria intentaban dirigir la relación,
la vivencia, de las mujeres con su propio cuerpo. Quedan para la
posteridad varios libros suyos dedicados a la menopausia, a la
actividad frenética desarrollada por las mujeres liberadas
y
también un libro básico de consulta sobre la salud sexual de las
mujeres.
En
lo político se mantuvo, de nuevo, en un discreto lugar hasta que fue
llamada a ser la nº 3 en la lista que Trinidad Jimenez presentó a
las elecciones municipales en Madrid en el año 2003. Fue elegida
concejala y se ocupó de Servicios Sociales, una amplia área que
englobaba también lo relativo a igualdad y a la sanidad municipal.
Fue
designada entonces concejala del PSOE en el distrito de Chamartín
siendo la encargada de dirigir la labor del grupo municipal
socialista en dicho distrito. Era su distrito, en él estaba el
barrio en el que vivía desde hacía décadas, y le tocó la tarea de
combinar alta
política con
la práctica política a nivel de barrio, es decir, con proponer
medidas y acciones que trasladasen los conceptos de la primera a las
respuestas que exigían las necesidades planteadas en la segunda. Y,
además, hacerlo de modo transversal puesto que la actividad a nivel
ayuntamiento era en políticas sociales mientras que en el distrito
era la concejal de la oposición responsable última de todas las
áreas de actividad.
Para
los que fuimos sus Vocales Vecinos (representantes de los ciudadanos
del distrito elegidos por los militantes del PSOE en dicho distrito)
fue toda una experiencia ver cómo se podía actuar al mismo tiempo
en la política de altura y en la política más próxima, la que
afecta a las personas a las que ves y con las que hablas todos los
días, cómo hacerlo en un área concreta sin perjudicar a otras
áreas en el nivel de barrio. Todo un apasionante juego de
compromiso, prudencia y visión estratégica. Porque Elena
representaba, en derechos de las mujeres y en sanidad aquella
política de altura, más teórica, y -al mismo tiempo- estaba
encargada de traducirla en propuestas muy pegadas a la realidad como
concejala del Ayuntamiento de Madrid pero, como concejala de
distrito, debía tener en perspectiva el resto de áreas de actividad
política.
Yo
conocí personalmente a Elena cuando fue designada concejal de
distrito y yo me incorporé al grupo de los Vocales Vecinos del
distrito que íbamos a formar con ella el grupo municipal socialista
durante aquella legislatura municipal. A mí su figura me imponía
respeto, hacía mucho que la admiraba y tenía cierto miedo de no
estar a la altura. Supongo que no fui la única que tuvo esa
sensación que, he de decirlo, se esfumó rápidamente debido al
trato natural y próximo que Elena dispensaba a todo el mundo. Su
delicadeza al plantear los temas, al discrepar, el modo tan suave de
mantenerse firme, la discreción de la que hizo gala – una vez más-
para navegar por las luchas políticas tan frecuentes en el partido
hicieron que la admirase aún más.
Hoy,
cuando toca despedirla, es el momento de señalar el legado que nos
deja a todos, hombres y mujeres. Lo es también de recordar
públicamente todo lo que de ella aprendimos, ponerlo en valor. Es la
ocasión de agradecer el cariño que me demostró durante años en
que me expresó los mejores deseos de año nuevo con una preciosa
ilustración y un poema en francés. Y, especialmente, es el momento
de devolver a su familia algo del cariño y el apoyo que de ella
recibimos, hacerles saber lo especial que fue también para otras
personas que la trataron en la vida exterior. Yo lo hago con un
fuerte abrazo para su marido, Fernando de Terán, y su hijos.
Gracias Marlis por poner a nivel humano y profesional, a esta gran persona que abrió tantos campos de libertad, personal y sexual, a millones de mujeres enclaustradas por las costumbres y por la iglesia de la época.
ResponderEliminarHa contribuido a que muchas profesionales tuviéramos más fácil, a pesar de las dificultades propias del medio, el esfuerzo por elevar la dignidad femenina. Por lo que la recordaremos con muchísimo cariño.
Gracias a ti x recordarla y reconocerla. Y tb x participar con el comentario.
ResponderEliminarGracias por tan descriptivas y sentidas lineas. Todas las mujeres debemos a Elena una enormidad en dignidad femenina.
ResponderEliminarGracias, Julia. Sí, efectivamente la dignidad femenina se puso en valor con el trabajo incansable de Elena lo que hizo de ella un referente.
EliminarSubscribo todo lo dicho en tu homenaje a Elena. Todas las personas que tuvimos la suerte de conocerla sabemos que era así, por eso aunque ya no esté con nosotros siempre vivirá en nuestro recuerdo y seguirá siendo un modelo a seguir
ResponderEliminarSubscribo todo lo dicho en tu homenaje a Elena. Todas las personas que tuvimos la suerte de conocerla sabemos que era así, por eso aunque ya no esté con nosotros siempre vivirá en nuestro recuerdo y seguirá siendo un modelo a seguir
ResponderEliminarSí, MBR, fue una suerte conocerla y trabajar con ella estrechamente. La verdad es que seguirá siendo un modelo, nosotras podremos recordarla juntas. Estoy segura de que lo haremos!
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