jueves, 7 de abril de 2016

LA BANALIZACIÓN DE LA CONCIENCIA





   Al modo de Hanna Arendt cuando hablaba de la banalización del mal, en el caso de los nazis que pretendían no tener responsabilidad de lo que había ocurrido,  en el caso de las instituciones europeas y su actuación con los refugiados estamos ante la banalización del derecho internacional y de las propias normas de la UE. Además de la trivialización de nuestro acervo cultural, el que señala a Europa como tierra de acogida.

      Desde los tiempos de Moisés existe la obligación de proporcionar refugio a los perseguidos. Durante siglos la Iglesia proporcionó refugio –entendido como tierra segura-, lugar seguro a los que huían. Introducidos por la Revolución francesa los Derechos del Hombre el derecho de asilo sufrió distintas vicisitudes hasta que tras la II guerra mundial fue instaurado mediante la Convención de Ginebra y el Protocolo de Nueva York.

   Sin embargo nada de lo conseguido a través de este larguísimo periplo histórico parece suficiente hoy. Ni nuestras raíces judeo cristianas –ya he manifestado como en las dos religiones hubo derecho al refugio desde muy atrás- ni las normas internacionales que hemos asumido como propias (así ha sido en las constituciones de todos los países y en los propios tratados de la unión) han sido suficientes.

   Presumen nuestros representantes de que somos tierra de acogida y luego permitimos el infierno en nuestro propio territorio. Un no lugar donde todo lo malo se encarna en otros seres humanos, esos que hace nada éramos nosotros mismos. Un nosotros compuesto por la gran mayoría de países que hoy son Europa. Bien porque hayan sufrido la última guerra mundial bien porque hayan sufrido una guerra civil. Echando simples cuentas solo se salvan Portugal, Suecia y Finlandia y, aun así, no puede asegurarse de que no hayan sufrido sus consecuencias.

   ¿Qué es entonces lo que pasa? Que la política de refugiados carece de altura de miras políticas, morales, no aporta nada al desarrollo de la humanidad, a los tiempos venideros. Las miras políticas por no saber adoptar decisiones encaminadas a preparar el futuro de las personas que hoy huyen y la relación de la UE con sus reordenados países. Todo se encamina a evitar la avalancha, cerrar las puertas y esperar a que todo pase.

   Las miras morales porque nuestra cultura es cristiana, acogedora, diversa y como tal nos prepara para dar socorro, también para pedirlo. No hace mucho eso mismo que hoy ocurre con Siria ocurrió entre nosotros. Entonces las élites se propusieron que no volviese a suceder, lo que sin embargo parece no contar ya.

   Se observan algunos rasgos definitorios de la política europea sobre refugiados. En primer lugar el alejamiento de los políticos de  la ciudadanía; incluso en países donde lo están pasando realmente mal como en Grecia los ciudadanos ayudan con lo poco que tienen a los refugiados que nada poseen mientras los políticos solo ejercen el poder eludiendo la responsabilidad en la gestión de la situación. Para ellos toda actuación se resume en términos de ganancia/beneficio. Olvidan que como servidores públicos de Europa están en sus puestos en primer lugar para defender la propia ley europea y nuestro acervo, tal como exigen los tratados que conforman la unión.

   En segundo lugar la toma de decisiones, función de los líderes y sus segundos, ha de hacerse en función no solo de las apremiantes necesidades haciendo cosas diferentes para lograr resultados diferentes sino también de la Visión de futuro para la UE. Visión que ha de ser compartida. Y es aquí donde a mi juicio flaquean: al haber reducido la unión a un club de ricos, en función de la economía, en un momento de crisis de ésta nuestros líderes no aciertan a ver entre la niebla  no anticipan qué es lo que quieren para la unión en los próximos años. La toma de decisiones y la visión de futuro son el talón de Aquiles de los actuales líderes, por contraposición a aquellos de los años posteriores a la segunda guerra.

 En tercer lugar el alejamiento de los países centrales ,los más ricos situados en el corazón de Europa, de las fronteras lindantes con los lugares donde la desesperación es hoy la norma. No es en sus propias puertas donde se agolpan nada más llegar por miles y miles, en todo caso llegará a ellas una cantidad asumible, distribuyéndose el resto en otros países.

   En cuarto lugar la razón económica ante todo, las decisiones se toman en base a reflexiones económicas y si algún asunto no produce beneficio es que no es prioritario abordarlo. Se confunde valor con precio pues si bien hoy cuesta económicamente atender a refugiados se puede hacer prospección de lo que supondría en beneficios dentro de un tiempo. Pero antes sería necesario tener una Visión de futuro concreta y compartida. Podría seguir, hay más argumentos.

   ¿hay soluciones? Si. A largo plazo y a corto plazo. En ambos casos la primera de ellas es una solución legal: la obediencia plena a las normas, es decir a los tratados internacionales que una vez asumidos por la UE y las constituciones de los países son norma interna. Por tanto es obligado cumplir los arts. 31, 32 y 33 de la Convención de Ginebra de 1951 que prohíbe expresamente las devoluciones a lugares donde la vida de las personas corre peligro además de que exige que de existir devoluciones se hagan con garantías legales –procedimientos, expedientes, oír a los interesados- y dando unos plazos en todo caso suficientes-. Nada de esto ocurre aquí: no se tramita ningún expediente, no se permite que los refugiados soliciten protección, ni existe una base legal acordada al máximo nivel de la UE que considere a Turquía un país seguro. Y eso que se la va a dotar de medios económicos importantísimos para que haga frente a sus nuevas responsabilidades.

   La pregunta que, a mi juicio, hay que hacerse es ¿qué pasaría si los países de Europa hicieran lo que se ha encargado a Turquía que haga? Al fin y al cabo el dinero, o la mayor parte de él, es de Europa. Hasta hoy no he leído que se haya formulado tal pregunta. Corresponde tal comportamiento al déficit de liderazgo que critico: sin preguntas no hay respuestas. Aunque no sé si se corresponde con la mentalidad economicista porque ¿se ha calculado si sale más barato o más caro hacer evacuaciones planificadas desde los países limítrofes con Siria en lugar de devolver a Turquía y pagar su reasentamiento? Tampoco nada se ha oído sobre esto.

   Otra solución a corto plazo es poner en marcha un verdadero sistema de asilo, con sus registros, procedimientos y funcionarios. Existe un organismo europeo, una Agencia radicada en Malta, la EASO, competente en la materia y del cual no se oye hablar a lo largo de la crisis y ya van muchos meses. El Asilo es obligatorio para los países en tramitación y resolución y derechos para las personas mientras se tramita, aunque no es obligada la respuesta positiva a la solicitud. Ahora se oyen voces solicitando una Agencia de Asilo….pero si ya existe!! Por cierto que muy desactualizada su web por lo que no es posible conocer en tiempo real qué actuaciones lleva a cabo.

   Una más es acordar -y cumplir-  una cantidad para reasentamiento y repartirla entre los estados sin que sea posible que estos demoren la ejecución de ese cupo. El reasentamiento no es obligatorio para los estados pero ante el tamaño de la crisis es preciso tomar otras medidas distintas de las habituales. Si el derecho de asilo se ha incorporado a los ordenamientos jurídicos de todos los países que funcionan de modo democrático es porque supone un avance para la humanidad, la justificación misma de un sistema en el que poder vivir una vida plena acorde con nuestra condición de humanos.

   Banalizarlo, trivializarlo, ridiculizarlo, violarlo, volverlo tan insignificante como si nunca hubiera existido es una decisión o actuación innoble y peligrosa. Nos retrotrae a épocas tan lejanas que ya no resulta fácil calcular las consecuencias a las que puede llevar tal actuación.
   Hace nada sucedió que fuimos refugiados. Están todavía vivos muchos que padecieron las atrocidades nazis, lo están sus hijos y nietos, ¿para qué no preguntarles si les gustaría volver a ver tales situaciones? Para qué no preguntarse que hubiera pasado si nadie hubiera aceptado refugiados.

   Porque lo peor de todo esto es que nos olvidamos que hoy son sirios, iraquíes, afganos pero mañana podemos ser nosotros. Porque ya lo fuimos, hace 70 años. Y, como se sabe, la historia se repite.


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