Una mesa es un mueble donde apoyar o hacer
cosas y entorno al cual nos colocamos, solos o acompañados. Es decir, es un
espacio abierto a la acción y al compartir.
Una mesa es también una forma de organizar el diseño, participación,
realización y difusión de una acción o medida. Son muchos los ejemplos: la mesa
por la educación, la mesa por la sanidad.
Las hay de muchos tipos: redondas, ovaladas, alargadas ; estas últimas
más protocolarias y aquella más participativa.
Pero la mesa no tiene solo interpretaciones
tan lógicas y limpias sino que tiene
algunas muy chusqueras. Véase como ejemplo la Mesa Camilla con-en-alrededor
de la cual algún partido político elegía a quienes iban a formar parte
de sus listas.
Precisamente, acaba de realizarse el proceso
de formación de las listas electorales para las elecciones municipales y
autonómicas. Durante el mismo ha habido de todo. Quien lo ha realizado mediante
de forma tradicional mediante una mesa –ahora llamada Comisión de listas o
Comisión de idoneidad- y quien lo ha realizado mediante primarias abiertas a
las que podía presentarse todas las personas que lo desearan.
En el caso de las Mesas-Comisiones las personas seleccionadas se les supone la
conformidad y voluntad de representar a los ciudadanos mediante un partido
político de una determinada ideología pues no es conocida, de forma directa, su
voluntad de presentarse ni su compromiso con las siglas ni su adherencia a las
propuestas del partido por el que se presente.
En el caso de la forma de elegir miembros
mediante primarias, por el contrario, se hace manifestación expresa de la
voluntad de participar en el proceso y de llevar a cabo las labores
correspondientes, en caso de ser elegido, con compromiso e implicación.
Además, esta última forma, tiene dos
ventajas democráticas que no son precisamente insignificantes. Una es que
permite la participación de la ciudadanía mediante el voto y la intervención en
distintas fases del proceso. Otra que fomenta la vinculación del candidato al
grupo de electores y de estos con el primero, es decir, permite que se conozcan
entre ellos, proporcionando finalmente adherencia a las propuestas y a las
siglas.
¿Cómo es ese conocerse entre candidatos y
votantes? Todos los candidatos tienen la oportunidad de explicar quiénes son
–currículum, capacidades, aspiraciones, compromisos- motivos por los que
presentan su candidatura y, especialmente, para qué se presentan. Es decir: qué
creen que pueden hacer y aportar por mejorar la sociedad a la que servirán a
través de unas siglas.
Ahora volvamos al método de elección de la Mesa-Comisión ¿algún candidato ha dicho
que quiere presentarse? ¿a quién? Esa persona a quien se lo dijo ¿tiene el
poder de insinuar que sería conveniente contar con esta o el otro? Y sobre todo
¿en qué consiste ese poder? ¿qué capacidades y
conocimientos se exigen para ser miembro de esta mesa? ¿O más bien el
futuro candidato espera a que suene una llamada de alguien para decirle que va
a ser propuesto?
Parece claro que, como método de elección,
el segundo de ellos a través de primarias cuenta con mayor legitimidad
democrática no solo por la mayor participación de los ciudadanos sino por la
transparencia del propio método que permite conocer de antemano cómo se
desarrollará todo el proceso. La transparencia, una palabra hoy tan de moda,
pero que en nuestro país se está lejos de cumplir, especialmente en el ámbito
político y ello a pesar de las loas que ciertas organizaciones se dedican al
proclamarse como adalides de la transparencia. Y es que no se ha entendido
nada. La transparencia exige que los pasos de todo proceso sean conocidos, de
forma puntual, con detalle, saber quiénes son responsables y qué méritos atesoran
para ser considerados como tales y haberles otorgado el ejercicio de una
determinada función.
En la Mesa Camilla o Mesa Comisión nunca
sabes quién va a estar -aunque las comisiones estén regladas y se sepa quienes
forman parte de ellas suele haber un grupo de no más de 4 personas que elaboran
la lista que llegará en forma de propuesta a la Comisión y que se aprobará sin
apenas modificaciones-, qué méritos posee una persona para estar ahí, qué
conocimientos le avalan para decidir porqué este si o aquella no. No se sabe
tampoco si hay una evaluación posterior de los resultados no solo bajo la
perspectiva del desempeño en campaña sino también del desempeño de la función
como representante electo.
Y, con ser lo anterior importante, no es
menos el hecho de que con la Mesa-Comisión
tampoco se conocen los requisitos o exigencias que esta tiene respecto a las
características que ha de reunir un candidato o candidata. Por el contrario, el
método de las primarias si bien no hay (hasta el momento) unos requisitos
específicos establecidos de antemano se permite a todo el mundo mostrar sus
capacidades y los electores eligen, según su conciencia, aquellos que crean que
desempeñarán mejor su función. Es obvio que en el método de la Mesa-Comisión no
se saben de antemano los requisitos exigibles ni hay la más mínima seguridad de
que los señalados para integrar la lista
sean aquellos más capaces de desempeñar las funciones en el futuro.
Convendría pues fijar unas reglas mínimas a
aplicar en posteriores procesos electorales. Reglas para todos los partidos
políticos, agrupaciones electorales, etc y en todo tipo de procesos (generales,
autonómicos, municipales), reglas referidas a lo general y lo concreto. En lo
general con indicaciones de lo que puede esperar un candidato y en lo concreto
indicaciones de las características que este ha de reunir para participar en el
proceso. Serían:
De carácter general la limitación de
mandatos con un máximo de dos, revocación de mandatos en caso de no cumplir con
el cometido asignado y listas abiertas.
De carácter específico: elección mediante primarias abiertas,
establecimiento de un mínimo básico indicativo en cuanto a capacidades y/o
experiencia a reunir, medios que el partido o agrupación pondrá a disposición
de los precandidatos, contacto directo con los ciudadanos mediante su presencia
en las RRSS.
Probablemente puedan mencionarse más,
incluso algunos de estos serán un poco más difíciles de poner en marcha al
exigir modificaciones legales, pero estamos en un punto de no retorno donde ya
no resulta admisible actuar por inercia, hacer lo de siempre, mirar para otro
lado mientras otros innovan. La ciudadanía demanda participar y exige
transparencia. No cambiar, no ver el valor añadido que proporciona la
transparencia, solo puede llevar a la desaparición de las viejas formaciones
políticas mientras otras nuevas llegan al poder.
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