lunes, 4 de mayo de 2015

¿MESA REDONDA?

 

   Una mesa es un mueble donde apoyar o hacer cosas y entorno al cual nos colocamos, solos o acompañados. Es decir, es un espacio abierto a la acción y al compartir.  Una mesa es también una forma de organizar el diseño, participación, realización y difusión de una acción o medida. Son muchos los ejemplos: la mesa por la educación, la mesa por la sanidad.  Las hay de muchos tipos: redondas, ovaladas, alargadas ; estas últimas más protocolarias y aquella más participativa.

  Pero la mesa no tiene solo interpretaciones tan lógicas y limpias sino que tiene algunas muy chusqueras. Véase como ejemplo la Mesa Camilla con-en-alrededor de la cual algún partido político elegía a quienes iban a formar parte de sus listas.

   Precisamente, acaba de realizarse el proceso de formación de las listas electorales para las elecciones municipales y autonómicas. Durante el mismo ha habido de todo. Quien lo ha realizado mediante de forma tradicional mediante una mesa –ahora llamada Comisión de listas o Comisión de idoneidad- y quien lo ha realizado mediante primarias abiertas a las que podía presentarse todas las personas que lo desearan.

   En el caso de las Mesas-Comisiones las personas seleccionadas se les supone la conformidad y voluntad de representar a los ciudadanos mediante un partido político de una determinada ideología pues no es conocida, de forma directa, su voluntad de presentarse ni su compromiso con las siglas ni su adherencia a las propuestas del partido por el que se presente.

   En el caso de la forma de elegir miembros mediante primarias, por el contrario, se hace manifestación expresa de la voluntad de participar en el proceso y de llevar a cabo las labores correspondientes, en caso de ser elegido, con compromiso e implicación.

   Además, esta última forma, tiene dos ventajas democráticas que no son precisamente insignificantes. Una es que permite la participación de la ciudadanía mediante el voto y la intervención en distintas fases del proceso. Otra que fomenta la vinculación del candidato al grupo de electores y de estos con el primero, es decir, permite que se conozcan entre ellos, proporcionando finalmente adherencia a las propuestas y a las siglas.

   ¿Cómo es ese conocerse entre candidatos y votantes? Todos los candidatos tienen la oportunidad de explicar quiénes son –currículum, capacidades, aspiraciones, compromisos- motivos por los que presentan su candidatura y, especialmente, para qué se presentan. Es decir: qué creen que pueden hacer y aportar por mejorar la sociedad a la que servirán a través de unas siglas.

   Ahora volvamos al método de elección  de la Mesa-Comisión ¿algún candidato ha dicho que quiere presentarse? ¿a quién? Esa persona a quien se lo dijo ¿tiene el poder de insinuar que sería conveniente contar con esta o el otro? Y sobre todo ¿en qué consiste ese poder? ¿qué capacidades y  conocimientos se exigen para ser miembro de esta mesa? ¿O más bien el futuro candidato espera a que suene una llamada de alguien para decirle que va a ser propuesto?

   Parece claro que, como método de elección, el segundo de ellos a través de primarias cuenta con mayor legitimidad democrática no solo por la mayor participación de los ciudadanos sino por la transparencia del propio método que permite conocer de antemano cómo se desarrollará todo el proceso. La transparencia, una palabra hoy tan de moda, pero que en nuestro país se está lejos de cumplir, especialmente en el ámbito político y ello a pesar de las loas que ciertas organizaciones se dedican al proclamarse como adalides de la transparencia. Y es que no se ha entendido nada. La transparencia exige que los pasos de todo proceso sean conocidos, de forma puntual, con detalle, saber quiénes son responsables y qué méritos atesoran para ser considerados como tales y haberles otorgado el ejercicio de una determinada función.

    En la Mesa Camilla o Mesa Comisión nunca sabes quién va a estar -aunque las comisiones estén regladas y se sepa quienes forman parte de ellas suele haber un grupo de no más de 4 personas que elaboran la lista que llegará en forma de propuesta a la Comisión y que se aprobará sin apenas modificaciones-, qué méritos posee una persona para estar ahí, qué conocimientos le avalan para decidir porqué este si o aquella no. No se sabe tampoco si hay una evaluación posterior de los resultados no solo bajo la perspectiva del desempeño en campaña sino también del desempeño de la función como representante electo.

   Y, con ser lo anterior importante, no es menos el hecho de que con la Mesa-Comisión tampoco se conocen los requisitos o exigencias que esta tiene respecto a las características que ha de reunir un candidato o candidata. Por el contrario, el método de las primarias si bien no hay (hasta el momento) unos requisitos específicos establecidos de antemano se permite a todo el mundo mostrar sus capacidades y los electores eligen, según su conciencia, aquellos que crean que desempeñarán mejor su función. Es obvio que en el método de la Mesa-Comisión no se saben de antemano los requisitos exigibles ni hay la más mínima seguridad de que  los señalados para integrar la lista sean aquellos más capaces de desempeñar las funciones en el futuro.

   Convendría pues fijar unas reglas mínimas a aplicar en posteriores procesos electorales. Reglas para todos los partidos políticos, agrupaciones electorales, etc y en todo tipo de procesos (generales, autonómicos, municipales), reglas referidas a lo general y lo concreto. En lo general con indicaciones de lo que puede esperar un candidato y en lo concreto indicaciones de las características que este ha de reunir para participar en el proceso.  Serían:

   De carácter general la limitación de mandatos con un máximo de dos, revocación de mandatos en caso de no cumplir con el cometido asignado y listas abiertas.

   De carácter específico:  elección mediante primarias abiertas, establecimiento de un mínimo básico indicativo en cuanto a capacidades y/o experiencia a reunir, medios que el partido o agrupación pondrá a disposición de los precandidatos, contacto directo con los ciudadanos mediante su presencia en las RRSS.

   Probablemente puedan mencionarse más, incluso algunos de estos serán un poco más difíciles de poner en marcha al exigir modificaciones legales, pero estamos en un punto de no retorno donde ya no resulta admisible actuar por inercia, hacer lo de siempre, mirar para otro lado mientras otros innovan. La ciudadanía demanda participar y exige transparencia. No cambiar, no ver el valor añadido que proporciona la transparencia, solo puede llevar a la desaparición de las viejas formaciones políticas mientras otras nuevas llegan al poder.

  

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